Umbral mixteco
Un alma ha quedado atrapada en un lugar frío y oscuro, donde nada se mueve y del que parece no haber escapatoria. “¿Estaré condenada?”, se pregunta. “Debe existir una salida, siempre la hay”.
En las montañas de la mixteca un chamán instruye a su discípulo. El joven inexperto está a punto de activar el portal a través del cual se conecta el mundo terrenal con el sitio de condenación de las almas fallidas.
A través de ese paso, abierto por casualidad, el alma extraviada consigue escapar de su destino; aunque sólo para descubrir que se ha convertido en una entidad carente de sustancia, incapaz de interactuar con el entorno.
Pero las oportunidades se presentan y con ello inicia la travesía que quizá le permita a esa alma singular enmendar los yerros cometidos en su paso por el mundo, aun si para conseguirlo debe apoderarse de cualquier cuerpo que le venga en mano.
En este relato entran en juego lo paradójico de la esencia humana, la búsqueda de la perfección, la necesidad de perdón, el anhelo de trascendencia y el intento de escabullirse del eterno retorno, esta vez al cruzar el improbable umbral mixteco.