Laila y la gárgola - La Princesa de Josgwen
En medio de esa espesura extravagante, mosaico de colores vívidos y apagados que parecían tomados de la explosión de euforia de un pintor o de la acuarela de un niño, me sentía perdida.
No hallaba paz en el día radiante ni en la noche púrpura. Me sentía sola aun rodeada por gente que me dirigía un saludo amable o una sonrisa.
Los pensamientos acerca de mi futuro me atormentaban y los misterios que se entretejían en mi imaginación explotaban en mi débil cuerpo tornándose en realidad.
Mi incertidumbre existencial prevalecía: ¿me casaría?, ¿moriría?, ¿volvería a amar antes de mi deceso?
Sobre mis hombros recaían pesadas cargas: La revelación de mi pasado, los dibujos de mi destino y lo más importante, la gran responsabilidad de ser… la Princesa de Josgwen.