La brecha

 

En una mañana como cualquier otra, mientras tolera la fastidiosa rutina a la que lo tienen sometido, Manuel finalmente muere.

Al parecer se librará de su existencia monótona y falta de recuerdos para marcharse a un sitio diferente, donde su cuerpo enfermo y su mente adormecida dejen de ser una carga.

Pero durante el proceso de abandonar su cuerpo maltrecho para flotar hacia la luz su mente dispersa se distrae. ¿Acaso no sería divertido quedarse unos instantes para burlarse de la enfermera que tanto lo maltrató en los tiempos recientes?

Las sorpresas no se hacen esperar. Cuando Manuel cae en cuenta de que ha cometido un error al no marcharse de inmediato, es porque se le  ha hecho tarde. Ha quedado atrapado en la brecha que divide los mundos, impedido de retroceder o de avanzar.

Pronto descubrirá que no es el único morador de ese extraño corredor entre las realidades. A partir del encuentro largamente demorado con José, otro ser que deambula en la brecha, Manuel deberá recuperar su historia personal y aprender a interferir en el mundo de los vivos, único modo de acrecentar su poder para remediar, al menos en parte, las omisiones incurridas durante su vida.

A veces lo que parece no tener una explicación lógica en realidad sí la tiene; sucede que más frecuentemente de lo que creemos, las causas de lo inexplicable residen en los habitantes de la brecha.