Inmersos en el vacío

 

Genaro parece tenerlo todo. Se ha labrado una vida de satisfacciones sensuales en la que las mujeres han sido el ingrediente principal.

Dejados atrás los años de juventud y las limitaciones económicas, ahora disfruta del trabajo que eligió, del reconocimiento de su madre, de una vida desahogada y del amor pleno de una mujer.

Pero las oportunidades de aventura le sobran y él las aprovecha no obstante tener a su lado a Verónica, mujer capaz de expresar sus sentimientos sin recelos, y posiblemente la portadora de eso que Genaro busca inútilmente.

Sucede que a Genaro le falta algo y no sabe de qué se trata. Sus excesos y sus desplantes no consiguen mitigar la sensación de vaciedad de una vida a la que no logra encontrarle sentido.
Quizá la sabia y amorosa intervención de Verónica finalmente lo saque de su existencialismo exasperante; quizá sea ella quien por fin lo libre de una existencia vana; quizá lo redima de una vida vivida inmerso en el vacío.