El traductor de mundos
Son muchos quienes afirman que esta realidad no es más que una entre muchas que se superponen en el espacio. Tal idea no es nueva.
A lo largo de la historia diversas civilizaciones han logrado establecer contacto con otros seres, entidades tan exóticas, tan diferentes y poderosas, que quienes las vieron debieron suponer que se trataba de dioses.
Hace casi cinco siglos, en Yucatán, los conquistadores españoles intentaron desvanecer todo rastro del ancestral conocimiento maya sobre estos seres alegando que se trataba de herejías. Aquellos antiguos pobladores de la península habían hecho contacto y dado fe de ello en incontables códices trazados sobre huun, un papel fabricado con corteza de árbol.
Hasta hacía poco se pensaba que sólo cuatro códices habían sobrevivido a la antorcha purificadora de la Iglesia Católica, sin embargo uno más sobrevivió, navegando en el tiempo oculto en un extraño baúl que por azares del destino quedó relegado entre los restos de una añosa hacienda.
Como si se tratara de un envío deliberado que hubiera demorado varios siglos en llegar, el antiguo códice logrará pasar de las manos de un fraile erudito que vivió en el siglo XVI a las de un arqueólogo del siglo XXI, y al hacerlo revelará un sorprendente secreto.
Sólo restará una pregunta; ¿está la humanidad preparada para un conocimiento como éste o se las ingeniarán los dioses ancestrales para volverlo a encubrir?